Por Andrés González Serrano, Oficial de Ganadería, Sanidad Animal y Biodiversidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
A nivel mundial, la producción ganadera aporta
cerca de un tercio de la proteína que es consumida día a día, siendo esencial
para la seguridad alimentaria y nutricional global. En América Latina y el Caribe, esta actividad
no solo es crucial para la dieta de millones de personas, sino que también
representa un pilar de la economía local.
De acuerdo con cifras de la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en 2022 la
ganadería representó el 46% del Producto Interno Bruto agrícola de nuestra
región. Sin embargo, este sector enfrenta desafíos significativos, como la
disponibilidad de recursos naturales para la producción, la creciente demanda
de proteína animal y la necesidad de utilizar prácticas que aun siendo
rentables disminuyan el impacto ambiental del sector. Estas problemáticas
requieren atención urgente para garantizar la sostenibilidad en el sector y un
aporte a la seguridad alimentaria.
La FAO proyecta que para el 2050 aumente el 20%
la demanda global de proteína animal, escenario ante el cual América Latina y
el Caribe tiene la oportunidad de consolidarse como un proveedor estratégico,
ya que actualmente alberga al 8,5% de la población del planeta, pero posee el
28% del hato ganadero mundial.
Aun así, el aumento en la producción ganadera
debe ser equilibrado con la preservación de los recursos naturales y la
biodiversidad y con un énfasis en la sostenibilidad, y para eso debemos actuar
cuanto antes.
En este contexto, la FAO en conjunto con el
Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca y el Instituto Nacional de Carnes
de la República Oriental del Uruguay, organizaron la primer Conferencia
Regional para la Transformación Sostenible de la Ganadería en América Latina y
el Caribe. El foco del evento se centra en la transformación hacia sistemas de
producción ganadera más innovadores, resilientes y eficientes, que reduzcan el
impacto ambiental y aumenten la accesibilidad de alimentos sanos en las
diferentes cadenas de producción pecuarias.
De esta forma, buscamos promover el intercambio
de conocimiento y experiencias de la región para generar sinergias y
equilibrios para la mejora de la productividad y producción animal.
La FAO, junto a otras entidades, ya ha
comenzado a implementar iniciativas que apuntan hacia una producción ganadera
sostenible, que integran soluciones basadas en la gestión optimizada de los
propios recursos naturales, como proyectos de ganadería climáticamente
inteligente, modelos agroforestales y silvopastoriles, y otras buenas
prácticas relacionadas con la
bioeconomía circular, como es el caso de la utilización de estiércol para
abono y biocombustibles, y el uso eficiente de los servicios ecosistémicos y
sus efectos protectores y armonizadores del medio ambiente.
Lo anterior no solo facilita la optimización de
los recursos, sino que también incrementa el secuestro de carbono en los
suelos. Además, al integrar especies adaptadas a las condiciones locales, como razas
bovinas tropicalizadas, o como los camélidos sudamericanos en las zonas
altoandinas, se fomenta una producción más diversa y resiliente.
Estos avances requieren el respaldo de
políticas públicas efectivas. Es fundamental que los gobiernos diseñen
incentivos que promuevan la sostenibilidad en el sector ganadero, facilitando
el acceso de pequeños productores a recursos y tecnologías.
Abordar la producción ganadera desde una
perspectiva sostenible no es solo una cuestión ambiental, es una necesidad
económica y social.
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