· Una dieta equilibrada, una correcta hidratación y un desayuno rico en proteína impulsan la fuerza y la vitalidad femenina, señala una experta en nutrición y deporte.
Cada vez más mujeres buscan mejorar su rendimiento físico y mantener su
energía a lo largo del día sin recurrir a cambios extremos. Adoptar pequeños
hábitos sostenibles puede marcar una diferencia significativa en cómo se
sienten, se alimentan y se mueven.
En este contexto, Krissy Ladner, directora de Rendimiento Deportivo,
Nutrición y Educación de Herbalife, menciona cambios sostenibles que todas las
mujeres deberían incorporar en su rutina diaria, sin importar el nivel de
condición física o el lugar donde viva. “No es necesario adoptar todos a la
vez: alcanza con empezar por el que resulte más fácil e incluir otro cuando se
esté lista”, explica la especialista.
“En mi trabajo con atletas mujeres alrededor
del mundo, noté que cinco hábitos simples y consistentes pueden ayudar a
cualquier mujer a sentirse más fuerte y con más energía”, comenta Krissy. Estos pequeños cambios en la
rutina no solo pueden mejorar el rendimiento físico, también fortalecen la
confianza, la claridad mental y la resiliencia.
Ya sea para correr más rápido cinco kilómetros, tener energía extra para seguir el ritmo de los hijos o simplemente sentirse mejor, hay acciones concretas que cualquier mujer puede aplicar para alcanzar su meta. A continuación, las recomendaciones de la experta:
1. Empezar el día con proteína
Consumir entre 20 y 30 gramos de proteína en
el desayuno ayuda a mantener la masa magra y prolongar la saciedad. La proteína
también contribuye a estabilizar la glucosa, evitando caídas de energía a media
mañana. Huevos con vegetales, yogur descremado con frutas y frutos secos, o un
batido proteico para complementar son buenas opciones. “Lo importante es
convertirlo en un hábito constante, no algo solo haga en los días de mayor
motivación”, señala especialista.
2. Hidratarse
Después de una noche de sueño, el cuerpo queda
levemente deshidratado. Empezar a hidratarse desde temprano ayuda a alcanzar
los objetivos de consumo de líquidos del día. Incluir agua en el desayuno o
cuando va para el trabajo es un pequeño ajuste que puede mejorar la claridad
mental y los niveles de energía.
3. Dar prioridad a los colores en el plato
Un plato colorido suele ser señal de variedad
y equilibrio nutricional. Incluir al menos dos colores diferentes de frutas o
vegetales en cada comida ayuda a ampliar la ingesta de vitaminas, minerales y
antioxidantes. Alimentos vibrantes como hojas verdes, chile dulce, frutos rojos
(fresa, arándanos, frambuesas, moras o cerezas) y zanahorias son buenas
opciones. “Suelo pensar en un arcoíris para componer el plato, con la intención
de nutrir tanto el rendimiento como la salud a largo plazo”, comenta Krissy.
4. Equilibrar el plato
Para lograr un balance
nutricional, la mitad del plato puede llenarse con vegetales que pueden hacerse
por ejemplo a la parrilla, al horno o en forma de ensalada; un cuarto del plato
con proteína magra y otro cuarto con cereales integrales o vegetales ricos en
almidón. Esta práctica contribuye a mantener las comidas balanceadas.
5. Incluir la
recuperación en el entrenamiento
Muchas mujeres ponen
el foco en el ejercicio y se olvidan de lo que viene después. La recuperación
posterior al entrenamiento, con una combinación de carbohidratos y proteínas,
es fundamental para reparar músculos y reponer reservas. La llamada nutrición
deportiva es clave para progresar y evitar el agotamiento, incluso si el
objetivo no es competitivo. Un plato equilibrado, un batido de banano con
proteína y mantequilla de maní o un yogur con frutas podrían ser buenas
opciones. “Lo importante es considerar la recuperación como parte del
entrenamiento, y no como un detalle”, concluye Krissy.
Cada hábito, por más
simple que parezca, suma. Lo importante es dar el primer paso y hacerlo con
constancia. Con el tiempo, esos pequeños cambios se convierten en parte natural
de una vida más activa y llena de energía.


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